

Los primeros paladines (caballeros con la capacidad de utilizar la esencia) fueron enviados a la caza de las horribles bestias que habían sobrevivido a la sanguinaria guerra de los dioses, y que causaban estragos en distintos lugares del continente de Nearland.

Al principio los paladines eran elegidos entre los caballeros y oficiales más habilidosos de las tropas de los distintos reinos, si bien más adelante pudieron acceder a este estatus jóvenes sin dotes de mando y sin apenas experiencia militar, todo ello gracias a la financiación a fondo perdido de los reinos más poderosos durante las épocas de bonanza. Aparte de sus habilidades en dotes de mando y lucha, eran adiestrados en las artes de la esencia de la luz, pudiendo realizar varios hechizos de ataque y protección, aparte de realizar otras acciones excepcionales para cualquier ser humano. No llegaban a los conocimientos y aptitudes de los magos o archimagos, pero tenían las suficientes capacidades para poder enfrentarse a hechiceros, brujos y bestias del Inframundo.

Muchos siglos después, ya cuando estalló la terrible "guerra de los brujos", los paladines fueron los comandantes y generales que dirigieron los ejércitos de la Alianza contra las fuerzas de la oscuridad dirigidas por el mismísimo Khalmüt, el príncipe de la oscuridad. En la actualidad sirven a reyes como generales y consejeros, aunque su numero ha decrecido tanto que se pueden contar con los dedos de las manos.
Grandes y reconocidos Paladines fueron Sigürd de Trathia, Noäk de Paonia, Breandán y Duncan de Sèlvia, Rüy de Castia, Aidán de Gathia, Idunna de Mystland o Cécil de Equitània.
En una próxima entrada hablaré de los "Ejecutores" o "paladines oscuros", que son el reverso imperial de los "paladines de la luz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario